El consumo de drogas es un hecho antiguo. En todas las
épocas los hombres han conocido - y han consumido - sustancias que hacen
experimentar estados de lucidez y oscuridad mental, de excitación o de
relajamiento en el ánimo, de euforia o pasividad y abulia a quien las ingiere.
Se trata, como es sabido, de sustancias variadas que se engloban bajo la
denominación común de drogas.
No es un hecho nuevo el consumo de drogas, pero en nuestros días es novedosa la
extensión del fenómeno, la calidad de los nuevos usuarios-la gente joven, los
adolescentes- y los intentos de justificación de esta conducta.
Por tratarse de un hecho humano, el consumo de drogas tiene junto a sus
aspectos médicos, psicológicos, sociales, jurídicos, etc., una dimensión moral.
El consumo de drogas, por su incidencia y las graves consecuencias que estas
sustancias acarrean para la salud, está considerado como un problema social.
Los adolescentes son uno de los grupos más vulnerables ante el consumo de
estupefacientes. La Oficina de las Naciones Unidas contra la Droga (Unodc) y el
Delito destaca la importancia de conocer y entender por qué este sector es más
propenso al consumo, así como los graves riesgos que conlleva, para ayudar en
la elaboración de estrategias y en la toma de decisiones que permitan prevenir
y actuar ante situaciones de consumo de drogas en la adolescencia.
Según el estudio Abuso de drogas en adolescentes y jóvenes y vulnerabilidad
familiar, elaborado por la Unodc, “existe suficiente información epidemiológica
para sostener que los púberes y adolescentes son los más vulnerables al consumo
de sustancias legales, ilegales y drogas médicas, dado que su identidad se
encuentra en un estado de formación”.
FACTORES DE RIESGO QUE ELEVAN EL RIESGO DE CONSUMO ENTRE LOS ADOLESCENTES
• Sentimiento de invulnerabilidad: Los cambios físicos y hormonales
experimentados por los adolescentes (crecimiento, desarrollo de la masa
muscular, etcétera) crean en ellos una cierta sensación invulnerabilidad y
fortaleza, lo que los lleva a desarrollar conductas y hábitos como el consumo
de drogas y otros comportamientos de riesgo.
• Curiosidad: La adolescencia representa una etapa de cambios y aprendizaje que
puede despertar la curiosidad de los jóvenes y el deseo de experimentar qué se
siente estando bajo los efectos de las drogas.
• Imitación: Según el Instituto de la Juventud, “hay estudios que confirman que
muchos adolescentes y jóvenes tienen el ejemplo en casa, en sus padres, cuando
beben alcohol o fuman tabaco o marihuana en su presencia.
• Afán de independencia: Esto está provocado por la necesidad que pueden tener
algunos adolescentes de alejarse del entorno familiar para fortalecer las
relaciones con otros entornos donde haya más presencia de gente que tenga su
edad y con la que poder identificarse.
CONSECUENCIAS PARA LA SALUD
Las drogas acarrean una serie de consecuencias perjudiciales para la salud
física y psíquica de los consumidores; sin embargo, al encontrarse en una etapa
de desarrollo y de formación del hombre adulto, estas consecuencias son más
graves en los adolescentes:
Daños en el aparato respiratorio: Sobre todo asociados al consumo de cannabis
(bronquitis, enfisemas pulmonares, etcétera).
Daños cardiovasculares: Como hipotensión y alteración de la frecuencia cardiaca
(cannabis), taquicardia e hipertensión, riesgo de angina de pecho e infarto de
miocardio, hemorragias cerebrales (cocaína), arritmia, cardiopatía isquémica
(drogas sintéticas).
Daños cerebrales: Alteraciones neuropsiquiátricas, neurotoxicidad (muerte de
neuronas), riesgo de infarto cerebral, etcétera.
Otros daños en el organismo: problemas dentales, pérdida de olfato, sinusitis,
perforación del tabique nasal, insomnio, convulsiones, insuficiencia renal,
rabdomiólisis (necrosis del tejido muscular que provoca la liberación de
contenidos de las fibras musculares y que provoca fuertes mialgias),
coagulopatía, insuficiencia hepática, etcétera.
Daños psicológicos: Trastornos de la memoria, la concentración y el aprendizaje
(lo que deriva en fracaso escolar), trastornos psicomotores y en la realización
de tareas complejas, reacciones de ansiedad y de pánico, aumento de la
depresión, desarrollo de esquizofrenia (en personas con predisposición), brotes
psicóticos, etcétera.